—Más
sólidos los desearía yo —replicó—. No solamente el profeta ha de desfigurar sus
visiones, también es el deber de un historiador reencarnado. Es un profeta que
dirige la vista atrás, porque el pasado que se aleja se hace tan irreal como el
futuro que se acerca. Los acontecimientos se desgajan irremisiblemente en la
corriente del tiempo.
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