sábado, 31 de marzo de 2018

Momentos 8. "El Terror" de Dan Simmons

Crozier le preguntó a Blanky cómo podía ser aquello, cómo podían disparar dos hombres sus escopetas hacia un animal a bocajarro y que no hubiera sangre..., pero el patrón del hielo no dio ninguna opinión. Por dentro, por supuesto, él "sabía".
Davey Leys estaba también vivo e ileso. El cuarentón de guardia a proa debió de ver y oír muchas cosas, incluyendo posiblemente la primera aparición de la cosa en cubierta, pero Leys no hablaba de ello. Una vez más, sólo podía permanecer en silencio. Primero le llevaron a la enfermería del Terror, pero como todos los cirujanos necesitaban aquel espacio manchado de sangre para trabajar con Blanky, fue transportado en litera a la enfermería más espaciosa del Erebus. Allí quedó echado Leys, según los habladores visitantes del patrón del hielo, una vez más mirando sin parpadear a las vigas del techo.
El propio Blanky no había salido ileso. La cosa le había arrancado la mitad del pie derecho por el talón, pero McDonald y Goodsir habían cortado y cauterizado lo que quedaba y le aseguraron al patrón del hielo que, con la ayuda del carpintero o del armero del barco, le prepararían una prótesis de cuero o de madera sujeta con unas correas para que pudiera volver a andar.
La pierna izquierda se había llevado la peor parte en el maltrato de la criatura: la carne estaba arrancada hasta el hueso en algunos lugares, y el hueso más largo incluso estaba estriado por las garras; el doctor Peddie más tarde confesó que los cuatro cirujanos habían estado seguros al principio de que tendrían que amputarla por la rodilla. Pero la lentitud de la infección y la gangrena de las heridas era una de las pocas bendiciones del Ártico, y después de arreglar el hueso mismo y recibir más de cuatrocientos puntos, la pierna de Blanky, aunque retorcida y con unas terribles cicatrices, y aunque le faltaban trozos enteros de músculo aquí y allá, se iba curando poco a poco.

Favoritos 8. El Terror

 
Género: Novela
Subgénero: Aventuras/Terror
Autor: Dan Simmons
Título: El Terror (The Terror)
Año: 2008

Sinopsis:

En 1847, dos barcos de la Armada británica, El HMS Erebus y el HMS Terror, que navegaban bajo el mando de sir John Franklin, están atrapados en el hielo del Ártico. En su anhelada busca del paso del Noroeste, parecen haber fracasado. Sin poder hacer nada por continuar su marcha y completar su expedición, rodeados del frío polar y de inminentes peligros, sólo pueden esperar a que llegue el deshielo que les permita escapar. Poco a poco, los días van pasando y las condiciones de supervivencia se vuelven más extremas: temperaturas que superan los cincuenta grados bajo cero, provisiones de comida escasas, el deterioro de los barcos o la llegada de enfermedades van mellando la esperanza de la tripulación. Por si fuera poco, la extraña presencia de una criatura bestial y misteriosa hace que los hombres crean que se enfrentan no sólo a las condiciones naturales más adversas, sino también a fuerzas sobrenaturales que superan, por momentos, sus creencias y su razón. Con el tiempo y la llegada de las primeras muertes, fantasmas como el de la rebelión, el motín o el canibalismo hacen su entrada en escena, en un panorama desolador.
 
 
Compré esta novela hace unos diez años. Recuerdo que era invierno y que leía en las noches, bien tapadita en la cama. Una historia que arranca de un hecho real y se convierte poco a poco en pura fantasía. Me atrapó desde el comienzo: intrigante, apasionante, angustiosa, a ratos terrorífica... Podía sentir el intenso frío que desprendían sus páginas y que atormentaba a los desdichados marinos atrapados en el hielo. Aprendí lo que eran los seracs y las crestas de presión, que se convirtieron en parte de mi día a día durante el tiempo que duró la lectura. Admiré la valentía, tozudez y por qué no decirlo, soberbia, de todos aquellos hombres y mujeres que en el pasado (y seguirán haciéndolo en el futuro) arriesgaban sus vidas en quiméricas y peligrosas expediciones encaminadas a ampliar los horizontes humanos.
Un relato sin duda apasionante que recomiendo encarecidamente. Una historia que había tardado en llamar la atención de los creadores cinematográficos pero que ahora, con Ridley Scott como productor, verá la luz en forma de serie. Sólo espero que no cambien demasiado el argumento. No lo necesitan para crear una ficción inolvidable.
 
 
"El Terror", o como sin darme cuenta Dan Simmons se convirtió en uno de mis autores favoritos... No suelo recordar el nombre de los escritores. Leo sus obras, me gustan, incluso me apasionan, pero en la mayoría de los casos retengo en mi mente los títulos y no a los creadores. Esto es lo que me sucedió con Dan Simmons. Diez años después de leer "El terror" llegaron a mis manos "Los Cantos de Hyperion". Disfruté tanto con ellos que me puse a buscar por Internet referencias sobre su autor. ¡Y, oh, sorpresa! Resulta que se trataba del mismo tipo que había logrado dejarme helada y pegada a sus páginas con las peripecias de John Franklin y su desafortunada tripulación. Ya ocupa un lugar preferente en mi biblioteca y pronto iniciaré alguna nueva lectura. Tal vez "Ilión"...
 
Resulta curioso el caso de John Franklin. Un marino del que los libros de historia no hacen un retrato especialmente favorable y que sin embargo, logró en su fracaso, capturar la imaginación popular y pasar a la posteridad por morir en su búsqueda del paso del Noroeste. Ya en 1992 el personaje en cuestión llamó mi atención al ser el protagonista de "El descubrimiento de la lentitud" de Sten Nadolny. Una novela que me resultó mucho menos entretenida que la de Dan Simmons pero que para nada resulta despreciable. Series, novelas, canciones... No muchos marinos pueden presumir de tanta fama tras su muerte.
 
 
 
 

sábado, 24 de marzo de 2018

Momentos 7. "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad


Cuando era un niño, tenía pasión por los mapas. Miraba horas y horas Sudamérica, África, Australia, y me hundía en ensoñaciones sobre las glorias de la exploración. En aquello tiempos había muchos espacios en blanco en la tierra, y cuando daba con uno, lo encontraba particularmente atractivo. Ponía mi dedo sobre el lugar y decía: cuando crezca, iré allí... El Polo Norte era uno de ellos, otros se esparcían alrededor del Ecuador. Pero había uno, el más grande, el espacio en blanco más grande todos, y ese era el que me producía mayor ansiedad.
 ………
 
 
La conquista de la tierra, que por lo general consiste en arrebatársela a quienes tienen una tez de color distinto o narices ligeramente más chatas que las nuestras, no es nada agradable cuando se observa con atención. Lo único que la redime es la idea. Una idea que la respalda: no un pretexto sentimental sino una idea; y una creencia generosa en esa idea, en algo que se puede enarbolar, ante lo que uno puede postrarse y ofrecerse en sacrificio...

………

 
Sabía que parte del marfil llegaba de allí y había oído decir que el señor Kurtz estaba allí. Había oído ya bastante. ¡Dios es testigo! Pero sin embargo aquello no producía en mí ninguna imagen; igual que si me hubiesen dicho que un ángel o un demonio vivían allí. Creía en aquello de la misma manera en que cualquiera de vosotros podría creer que existen habitantes en el planeta Marte. Conocí una vez a un fabricante de velas escocés que estaba convencido, firmemente convencido, de que había habitantes en Marte. Si se le interrogaba sobre la idea que tenía sobre su aspecto y su comportamiento, adoptaba una expresión tímida y murmuraba algo sobre que “andaban a cuatro patas”. Si alguien sonreía, aquel hombre, aunque pasaba de los sesenta, era capaz de desafiar al burlón a duelo. Yo no hubiera llegado tan lejos como a batirme por Kurtz, pero por causa suya estuve casi a punto de mentir. Vosotros sabéis que odio, detesto, me resulta intolerable la mentira, no porque sea más recto que los demás, sino porque sencillamente me espanta. Hay un tinte de muerte, un sabor de mortalidad en la mentira que es exactamente lo que más odio y detesto en el mundo, lo que quiero olvidar. Me hace sentir desgraciado y enfermo, como la mordedura de algo corrupto. Es cuestión de temperamento, me imagino. Pues bien, estuve cerca de eso al dejar que aquel joven estúpido creyera lo que le viniera en gana sobre mi influencia en Europa. Por un momento me sentí tan lleno de pretensiones como el resto de aquellos embrujados peregrinos. Sólo porque tenía la idea de que eso de algún modo iba a resultarle útil a aquel señor Kurtz a quien hasta el momento no había visto... ya entendéis. Para mí era apenas un nombre. Y en el nombre me era tan imposible ver a la persona como lo debe ser para vosotros. ¿Lo veis? ¿Veis la historia? ¿Veis algo? Me parece que estoy tratando de contar un sueño... que estoy haciendo un vano esfuerzo, porque el relato de un sueño no puede transmitir la sensación que produce esa mezcla de absurdo, de sorpresa y aturdimiento en un rumor de revuelta y rechazo, esa noción de ser capturados por lo increíble que es la misma esencia de los sueños.



Favoritos 7. El corazón de las tinieblas

Género: Novela corta
Subgénero: Aventuras
Autor: Joseph Conrad
Título: El corazón de las tinieblas (Heart of darkness)
Año: 1899

Sinopsis:

La novela se centra en un marinero llamado Charlie Marlow, el cual narra una travesía que realizó años atrás por un río tropical, en busca de un tal Kurtz, el jefe de una explotación de marfil, y que a lo largo de la novela adquiere un carácter simbólico y ambiguo.

Los dos primeros tercios de la novela narran el viaje de Marlow de Londres a África, y remontando el río, hasta alcanzar la base de recolección de marfil en la que se encuentra un empleado de la compañía belga que le ha contratado. Ese empleado, llamado Kurtz, ha tenido un enorme éxito en el tráfico de marfil, pero eso le ha granjeado la envidia de otros colegas. Marlow intuye que Kurtz ha roto con todos los límites de la vida social tal y como se conoce en Europa, lo que le repele y atrae al mismo tiempo.

En el camino, Marlow será testigo de la situación extrema en que viven los colonos europeos, su brutalidad hacia los nativos africanos, y deberá superar todo tipo de obstáculos —retrasos, enfermedades o ataques de indígenas— hasta alcanzar su destino. Cuando finalmente se encuentra con Kurtz, cuya imagen ha ido agrandándose y mitificándose durante el proceso, descubre que se trata de un personaje misterioso, al que los nativos idolatran como si fuera un dios, pero que parece haber caído en una locura bestial. Como legado deja un panfleto en el que detalla cómo civilizar a los nativos y que incluye una anotación brutal: «¡Exterminad a todas esas bestias!». Marlow y sus compañeros de viaje logran llevar a Kurtz, ya gravemente enfermo, al pequeño barco de vapor que debe sacarlo de la selva, pero éste muere en el trayecto, pronunciando ante Marlow sus últimas y enigmáticas palabras: «¡El horror! ¡El horror!». El viaje de Marlow al corazón del continente africano se transforma así en un descenso a los infiernos, pero también en una crítica al imperialismo occidental y una investigación acerca de la locura.


Con Joseph Conrad me sucede una cosa curiosa: siempre me he acercado a sus obras a través del cine.
Cuando era adolescente me regalaron “Lord Jim”. Para entonces yo ya había visto la película de 1965 protagonizada por Peter O`Toole (en aquella época era frecuente ver pelis clásicas en la tele). No me había entusiasmado mucho pero inicié la lectura de la novela con curiosidad. ¡Uf! No pude con ella. Es uno de los pocos libros que no he llegado a terminar. Lo dejé aparcado en espera de una mejor oportunidad. Tal vez ahora lo vea con otros ojos.



A “Nostromo” llegué por pura curiosidad. Soy una gran aficionada a las películas de ciencia ficción y la serie Alien es sin duda una de mis favoritas. En la película de Ridley Scott (Alien: el octavo pasajero, de 1979) la nave de los protagonistas se llama Nostromo, igual que el título del relato de Conrad, y que se corresponde con el apodo de su protagonista. En la de James Cameron (Aliens: el regreso, de 1986) la nave de los marines coloniales tiene por nombre Sulaco, ciudad minera en la que se desarrolla la historia de la novela. (¡Todo su primer capítulo esta dedicado a describirla!)
Demasiadas coincidencias como para dejarlas pasar por alto. En esta ocasión conseguí llegar al final del libro, pero debo decir que no me entusiasmó demasiado. Creo que la trama política desdibuja demasiado el personaje de Nostromo.

Hasta ahora el balance no parece demasiado favorable para Conrad, pero lo bueno siempre se hace esperar. “El corazón de las tinieblas” es una novela corta, intensa, envolvente y fascinante. Me enganchó desde el primer momento y no he dejado de releerla una y otra vez. ¡Y como no! Decidí comprarla después de enterarme de que todo un clásico del cine bélico como es Apocalypse Now (1979) se inspiraba en ella. Un gran trabajo de Francis Ford Coppola: cambia el tiempo y el lugar en el que transcurre la acción, pero la atmósfera de opresión y locura que desprende la novela aparece perfectamente plasmada en la película.
 
 
 

domingo, 11 de marzo de 2018

Microrrelatos 1. Ana Martínez Blanco


Una historia completa en pocas palabras. Esa sería para mí la definición de microrrelato. Misteriosos, profundos, apocalípticos, divertidos, románticos, terroríficos, banales… Cualquier cosa puede suceder en unas pocas frases.

No soy muy dada a leer este tipo de prosa. A mí me gustan las historias largas, muy largas, en las que pueda sumergirme tanto en ellas como para evadirme por completo de la realidad. Pero eso no quiere decir que de vez en cuando no disfrute de un buen cuento o de un mini relato como los que escribe mi amiga Ana Martínez Blanco; autora de “En atmósfera protegida + 55 flash fiction” que podéis encontrar en Amazon; finalista de la III Edición de Relatos en Cadena de la Cadena Ser con el micro “En el museo”. Muchos de aquellos relatos no ganadores se recopilaron después en la obra colectiva “Despojos del REC”.

Para seguir los escritos de Ana no dudéis en navegar por su blog “Arrimados a la sombra”.
 
En el museo
 
-¡Acelera!, hemos quedado a las 8.30 en el museo. ¡Espabila o nos quedamos sin visita guiada!
Así eran las vacaciones con Berta: de mañana, la ruta cultural y al atardecer, si no había que contemplar una magnífica puesta de sol en algún acantilado de difícil acceso, había que saborear el ambiente de un trasnochado café de muy renombrada solera. Estaba harto, así que jugaríamos al escondite: comenzada la visita, vi abierto uno de los sarcófagos y no me lo pensé dos veces. Después, algún empleado hizo el resto. Y aquí estoy esperando hasta mañana. Por cierto, ¿hoy es domingo?
 
 


 

Aurrimar. Bestiario 2









domingo, 4 de marzo de 2018

Momentos 6. "La dama del alba" de Alejandro Casona


ABUELO.—¡Calla! Tienes dulce la voz, y es peligroso escucharte.

PEREGRINA.—No os entiendo. Si os oigo quejaros siempre de la vida, ¿por qué os da tanto miedo dejarla?

ABUELO.— No es por lo que dejamos aquí. Es porque no sabemos lo que hay al otro lado.

PEREGRINA.—Lo mismo ocurre cuando el viaje es al revés. Por eso lloran los niños al nacer.

ABUELO (Inquieto nuevamente).—¡Otra vez los niños! Piensas demasiado en ellos…

PEREGRINA.—Tengo nombre de mujer. Y si alguna vez les hago daño no es porque quiera hacérselo. Es un amor que no aprendió a expresarse… ¡Que quizá no aprenda nunca! (Baja a un tono de confidencia intima). Escucha, abuelo. ¿Tú conoces a Nalón el Viejo?

ABUELO.—¿El ciego que canta romances en las ferias?

PEREGRINA.—El mismo. Cuando era un niño tenía la mirada más hermosa que se vio en la tierra; una tentación azul que me atraía desde lejos. Un día no pude resistir… y lo besé en los ojos.

ABUELO.—Ahora toca la guitarra y pide limosna en las romerías con su lazarillo y su plato de estaño.

PEREGRINA.—¡Pero yo sigo queriéndole como entonces! Y algún día he de pagarle con dos estrellas todo el daño que mi amor le hizo.

ABUELO.—Basta. No pretendas envolverme con palabras. Por hermosa que quieras presentarte yo sé que eres la mala yerba en el trigo y el muérdago en el árbol. ¡Sal de mi casa! No estaré tranquilo hasta que te vea lejos.

PEREGRINA.—Me extraña de ti. Bien está que me imaginen odiosa los cobardes. Pero tú perteneces a un pueblo que ha sabido siempre mirarme de frente. Vuestros poetas me cantaron como a una novia.

Vuestros místicos, como una redención. Y el más grande de vuestros sabios me llamó "libertad". Yo misma se lo oí decir a sus discípulos, mientras se desangraba en el agua del baño: "¿Quieres saber dónde está la verdadera libertad? Todas las venas de tu cuerpo pueden conducirte a ella!"

ABUELO.—Yo no he leído libros. Sólo sé de ti lo que saben el perro y el caballo.

PEREGRINA (Con profunda emoción de queja).—Entonces, ¿por qué me condenas sin conocerme bien? ¿Por qué no haces un pequeño esfuerzo para comprenderme? (Soñadora). También yo quisiera adornarme con rosas como las campesinas, vivir entre niños felices y tener un hombre hermoso a quien amar. Pero cuando voy a cortar las rosas todo el jardín se me hiela. Cuando los niños juegan conmigo tengo que volver la cabeza por miedo a que se me queden fríos al tocarlos! Y en cuanto a los hombres, ¿de qué me sirve que los más hermosos me busquen a caballo, si al besarlos siento que sus brazos inútiles me resbalan sin fuerza en la cintura? (Desesperada). ¿Comprendes ahora lo amargo de mi destino? Presenciar todos los dolores sin poder llorar… Tener todos los sentimientos de una mujer sin poder usar ninguno… ¡Y estar condenada a matar siempre, siempre, sin poder nunca morir!

Teatro 1. La dama del Alba


Género: Teatro
Subgénero: Melodrama
Autor: Alejandro Casona
Título: La dama del Alba
Año: 1944

Sinopsis:

 Ambientada en la Asturias rural, se centra en las vivencias de una familia desolada por la muerte de Angélica, una de las hijas. La madre no ha podido superar la desaparición de la joven y ello afecta al día a día del resto de los hijos y del Abuelo. Un día aparece por la casa una peregrina, que lo cambiará todo a su paso.
Obra esencialmente poética en la que se funden aires de leyenda asturianos y ciertos toques de mitología telúrica, La dama del alba nos muestra que la que la felicidad y el amor se ven amenazados por la muerte. Los temores humanos más primitivos y las pulsiones de supervivencia y de autodestrucción están en juego. Vida y muerte, dos caras de una misma moneda, que no pueden existir la una sin la otra.

 
Me gusta el teatro, pero reconozco que no frecuento las representaciones en vivo. Unas veces porque no tengo tiempo y otras porque no se programan las obras que realmente me gustaría ver. Este es el caso de “La dama del alba”, sin duda una de mis piezas favoritas y que aún no he conseguido disfrutar en un escenario. ¡Algún día será!



 
Una obra hermosa que me cautivó desde la primera vez que la vi en televisión siendo una niña. En ella, la Muerte, personificada en la figura de la Peregrina, no es un ente horrible y monstruoso ansioso por llevarse el alma de los humanos. Todo lo contrario. Es una mujer joven y hermosa cargada de melancolía y tristeza porque ella misma no puede experimentar los sentimientos y sensaciones que atan a los humanos a la vida.
Una lectura muy disfrutable, pues a diferencia de otras obras teatrales, se puede leer casi como si fuera una novela.