Tercera y última entrega (por el momento) de mis marcapáginas africanos.
Esta vez no os resultará difícil adivinar su
procedencia. Marcapáginas de papiro traídos desde el mismísimo Egipto. Un viaje
que hice con unas amigas en 2002. El más maravilloso, cómodo y relajado que he
hecho en la vida. Hace ya tanto tiempo de eso…
Navegar por el río más largo y fascinante del
mundo, a bordo de un barco que se asemejaba tanto al de “Muerte en el Nilo”,
que solo nos faltaba Poirot a la hora del té para contar alguna buena historia,
eso, no tiene precio. El único pero que puedo ponerle a dicha travesía es la
falta de fotos decentes. No teníamos cámaras digitales por aquel entonces, y
las pocas que logramos sacar con nuestras cutrecámaras de siempre, resultaron
bastante decepcionantes. Una
pena. Aunque es un buen motivo para volver. ¿No os parece?
Libros sobre el antiguo Egipto no faltan en mi
biblioteca (por algo me licencié en Historia): historia antigua, arqueología, arte,
mitología, arquitectura, guías de viaje, novelas…
Voy a destacar uno que compré allí: A
journey in Egypt. Un álbum recopilatorio de ilustraciones de corte
romántico, realizadas por el pintor escocés David Roberts (1796-1864). Un poco de regateo y en mi maleta terminó
esta preciosidad.
Egipto, un destino que os recomiendo si tenéis
oportunidad. Lo ideal sería tener una máquina del tiempo para contemplar todas esas
maravillas en su época de máximo esplendor: la Biblioteca y el Faro de
Alejandría, los templos de Luxor y Karnak, la gran pirámide de Giza perfectamente
rematada, el elegante templo de Hatshepsut,
Abu Simbel en su ubicación original… De
momento, nos conformaremos con la imaginación y las variopintas recreaciones de
arqueólogos y cineastas.
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