En 1847, dos barcos de la Armada británica, El HMS Erebus y el HMS Terror, que navegaban bajo el mando de sir John Franklin, están atrapados en el hielo del Ártico. En su anhelada busca del paso del Noroeste, parecen haber fracasado. Sin poder hacer nada por continuar su marcha y completar su expedición, rodeados del frío polar y de inminentes peligros, sólo pueden esperar a que llegue el deshielo que les permita escapar. Poco a poco, los días van pasando y las condiciones de supervivencia se vuelven más extremas: temperaturas que superan los cincuenta grados bajo cero, provisiones de comida escasas, el deterioro de los barcos o la llegada de enfermedades van mellando la esperanza de la tripulación. Por si fuera poco, la extraña presencia de una criatura bestial y misteriosa hace que los hombres crean que se enfrentan no sólo a las condiciones naturales más adversas, sino también a fuerzas sobrenaturales que superan, por momentos, sus creencias y su razón. Con el tiempo y la llegada de las primeras muertes, fantasmas como el de la rebelión, el motín o el canibalismo hacen su entrada en escena, en un panorama desolador.
Compré esta novela hace unos diez años. Recuerdo que era invierno y que leía en las noches, bien tapadita en la cama. Una historia que arranca de un hecho real y se convierte poco a poco en pura fantasía. Me atrapó desde el comienzo: intrigante, apasionante, angustiosa, a ratos terrorífica... Podía sentir el intenso frío que desprendían sus páginas y que atormentaba a los desdichados marinos atrapados en el hielo. Aprendí lo que eran los seracs y las crestas de presión, que se convirtieron en parte de mi día a día durante el tiempo que duró la lectura. Admiré la valentía, tozudez y por qué no decirlo, soberbia, de todos aquellos hombres y mujeres que en el pasado (y seguirán haciéndolo en el futuro) arriesgaban sus vidas en quiméricas y peligrosas expediciones encaminadas a ampliar los horizontes humanos.
Un relato sin duda apasionante que recomiendo encarecidamente. Una historia que había tardado en llamar la atención de los creadores cinematográficos pero que ahora, con Ridley Scott como productor, verá la luz en forma de serie. Sólo espero que no cambien demasiado el argumento. No lo necesitan para crear una ficción inolvidable.
"El Terror", o como sin darme cuenta Dan Simmons se convirtió en uno de mis autores favoritos... No suelo recordar el nombre de los escritores. Leo sus obras, me gustan, incluso me apasionan, pero en la mayoría de los casos retengo en mi mente los títulos y no a los creadores. Esto es lo que me sucedió con Dan Simmons. Diez años después de leer "El terror" llegaron a mis manos "Los Cantos de Hyperion". Disfruté tanto con ellos que me puse a buscar por Internet referencias sobre su autor. ¡Y, oh, sorpresa! Resulta que se trataba del mismo tipo que había logrado dejarme helada y pegada a sus páginas con las peripecias de John Franklin y su desafortunada tripulación. Ya ocupa un lugar preferente en mi biblioteca y pronto iniciaré alguna nueva lectura. Tal vez "Ilión"...
Resulta curioso el caso de John Franklin. Un marino del que los libros de historia no hacen un retrato especialmente favorable y que sin embargo, logró en su fracaso, capturar la imaginación popular y pasar a la posteridad por morir en su búsqueda del paso del Noroeste. Ya en 1992 el personaje en cuestión llamó mi atención al ser el protagonista de "El descubrimiento de la lentitud" de Sten Nadolny. Una novela que me resultó mucho menos entretenida que la de Dan Simmons pero que para nada resulta despreciable. Series, novelas, canciones... No muchos marinos pueden presumir de tanta fama tras su muerte.
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