sábado, 21 de abril de 2018

Momentos 9. "El Señor de las Moscas" de William Golding


—¡A votar por un jefe!
—¡Vamos a votar!...
Votar era para ellos un juguete casi tan divertido como la caracola.
Jack empezó a protestar, pero el alboroto cesó de reflejar el deseo general de encontrar un jefe para convertirse en la elección por aclamación del propio Ralph. Ninguno de los chicos podría haber dado una buena razón para aquello; hasta el momento, todas las muestras de inteligencia habían procedido de Piggy, y el que mostraba condiciones más evidentes de jefe era Jack. Pero tenía Ralph, allí sentado, tal aire de serenidad, que le hacía resaltar entre todos; era su estatura y su atractivo; mas de manera inexplicable, pero con enorme fuerza, había influido también la caracola. El ser que hizo sonar aquello, que les aguardó sentado en la plataforma con tan delicado objeto en sus rodillas, era algo fuera de lo corriente.
—El del caracol.
—¡Ralph! ¡Ralph!
—Que sea jefe ese de la trompeta. Ralph alzó una mano para callarles.
—Bueno, ¿quién quiere que Jack sea jefe? Todos los del coro, con obediencia inerme, alzaron las manos.
—¿Quién me vota a mí?
Todas las manos restantes, excepto la de Piggy, se elevaron inmediatamente.
Después también Piggy, aunque a regañadientes, hizo lo mismo.
Ralph las contó.
—Entonces, soy el jefe.
El círculo de muchachos rompió en aplausos. Aplaudieron incluso los del coro. Las pecas del rostro de Jack desaparecieron bajo el sonrojo de la humillación. Decidió levantarse, después cambió de idea y se volvió a sentar mientras el aire seguía tronando. Ralph le miró y con el vivo deseo de ofrecerle algo:
—El coro te pertenece a ti, por supuesto.
—Pueden ser nuestro ejército...
—O los cazadores...
—Podrían ser...
Desapareció el sofoco de la cara de Jack. Ralph volvió a pedir silencio con la mano.
—Jack tendrá el mando de los del coro. Pueden ser... ¿Tú qué quieres que sean?
—Cazadores.

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