martes, 7 de julio de 2020

Nuevas letras. “La ciudad de los infrahombres” Francisco Muñoz Rico

Género:
 Novela
Subgénero: Terror / Zombies
Autor: Francisco Muñoz Rico
Título: La ciudad de los infrahombres
Año: 2011

Sinopsis:

La Ciudad De Los Infrahombres. Escribí esta novela hace unos nueve años, en 2011 más o menos. Es la primera que considero "fumable", las anteriores eran endebles, no se sostenían solas. Pero esta, a mi parecer, sí. Es, sobretodo, un divertimento, no se pretende profundidad filosófica ni espiritual, es sólo eso: el divertimento de un amante de los zombis y del pulp, con verniana prosa a veces y siempre enrevesada me temo. Me gusta llamarla mediocre y gloriosa... a un tiempo, sí. Quien se acerque a ella la encontrará plagada de guiños, sangre y escenas que aun partiendo de prefijados esquemas pretenden sorprender; y espero se divierta, por Crom, lector poco probable.

Un viaje plagado de acción, muerte, y todo tipo de situaciones que no dejarán indiferente a ningún amante del género Z.


Siempre me han gustado las películas de zombies. Aún recuerdo el terror que pasé de pequeña cuando vi por primera vez en la tele “La noche de los muertos vivientes” (1968) de George A. Romero. Creo que tuve pesadillas durante una buena temporada. Luego la cosa se fue apaciguando y los no muertos se convirtieron en monstruos habituales de mi imaginario particular. Los había lentos y torpones como los de Romero o los de la serie “The walking dead”; y los había rápidos y letales como los de “28 días despuéso “Tren a Busan. Y estos últimos volvían a dar miedo, mucho miedo. Porque… ¿quién no ha fantaseado alguna vez con la idea de un apocalipsis zombie? Yo lo hago muchas veces, y sobre todo ahora, en tiempos de pandemia en los que una ya no sabe qué esperar. Y la gran pregunta es: ¿sería capaz de sobrevivir a algo semejante? Antes lo veía factible, cuando era más joven y los monstruos eran estúpidos y se arrastraban por el mundo a velocidad de tortuga. Pero ahora me voy haciendo mayor, ya no estoy tan ágil y los nuevos revividos corren demasiado. Por lo tanto, la respuesta es sencilla: muerte segura jajajaja… y más que nada porque en todas estas ocasiones tendemos a comportarnos de forma bastante estúpida (Un buen ejemplo es esa maravilla de miniserie titulada “Dead Set”)

Supongo que por este motivo me resultó tan divertido leer hace unos años: “Zombi: Guía de supervivencia: Protección completa contra los muertos vivientes” de Max Brooks. Muy útil para cualquier ocasión (invasiones, pandemias, apocalipsis varios…). Después me animé con "Guerra Mundial Z" y ahí se quedó toda mi literatura Z hasta hoy...


¡Sorprendente! Aún estoy con los ojos como platos tras leer esta fantástica novela de Francisco Muñoz Rico. Y creo que es el mejor piropo que podría echarle (además de flores, muchas flores).

Todo comienza de una forma más o menos normal, como en cualquier historia de zombies: los muertos vivientes asolan el planeta y solo unos pocos desgraciados han logrado sobrevivir. Estamos en España. Los protagonistas no se llaman Rick, Jim, Scarlett, Don o Tammy. Todo es mucho más castizo: Santi, Jose Mari, Silvia, Jorge Romero o “Romerillo” para los amigos (casualidad), Carlos, Laurita… Un gran elenco que gira en torno a tres grandes personajes centrales que van vertebrando la trama: el peregrino, el cazador y el viejo del poncho. Cada uno de ellos con un papel bien determinante en el devenir de los acontecimientos.

Se podría decir que ahí terminan todas las similitudes con otras obras del género (por lo menos las que yo conozco). Los zombies de “La ciudad de los infrahombres” evolucionan de la mano de cierto demiurgo hacia un estado de existencia que en nada se parece a la obsesiva sed de carne de sus estadios iniciales. Pero no solo los muertos sufren profundas transformaciones a lo largo del tiempo, también cambian los humanos supervivientes (algunos no para mejor precisamente), llegando a convertirse algunos de ellos en terribles y sanguinarios seres zombifagos ansiosos de vida capaces de hacer frente y devorar a criaturas tan antiguas y poderosas como el mismísimo Guuhr´nlah y su familia de vampiros espaciales.

Si eres amante del género Z esta es una muy buena opción de lectura. Divertida, irreverente, amena, original, plagada de homenajes y referencias de todo tipo y con un final inesperado y sorprendente que te dejará un magnífico sabor de boca.

El mundo seguía girando, como los ojos de una loca que miran afuera ahora y adentro después, al día y a la noche, sol y luna, techo y almohada, en larga noche de insomnio en el siquiátrico del cosmos”.

¡A su pies, señor Muñoz!

Autor de las novelas como son: “La ciudad de los infrahombres”, “El zombi”, “Aquí hay monstruos” y “Juego de sueños” (todas ellas disponibles en Amazon). Podéis seguirlo en su cuenta de Instagram: @franky_le_marchant


La aventura comienza de la siguiente forma:

Si he sobrevivido hasta hoy, nada me impedirá llegar vivo a mañana.

Repitió su mantra particular mientras veía cómo se le acercaba Joselu Cuevas, el carnicero, pisando indolentemente los charcos que aun quedaban de la lluvia de la noche anterior.

Aunque no se podía decir así a la ligera que eso fuera el bueno de Joselu. Su carnicero de barrio solía llamarle Sebitas, no Seba, ni Sebastián, y es que se conocían desde que se abrió la carnicería y Seba iba de la mano de su abuela (la lela) a comprar filetillos de pechuga de pollo (de pollito) para empanar. “Cómo te gusta el pollo, pirata”. Ahora la rueda había girado y la babeante boca de Joselu, el carnicero, el podrido, le decía una muy otra cosa: “ahora tú eres el pollo”.

Si he sobrevivido hasta hoy.

Preparó la palanca en posición de bateo, agarrando con firmeza el mango de cuero encintado (con la correa de un bolso de su difunta madre). Ya lo había hecho antes, sabía cómo hacerlo y lo iba a hacer. Estaba preparado para batear.

Nada me impedirá.

La pelota, es decir, la pelotaza que penduleaba del cuello del carnicero, se dirigía hacia su objetivo, al parecer, de forma inexorable. El bateador se tensó, pero esperó un segundo, no debía precipitarse.

Llegar vivo a mañana.

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