Aquella noche no me contó mi compañero todo lo que le
había ocurrido por el camino. E incluso, cuando se decidió a confirmármelo
todo durante los días de angustia de los que hablaré más adelante, aquello
fue, durante mucho tiempo, el gran secreto de nuestra adolescencia. Pero hoy
que todo ha terminado, ahora que no queda más que polvo
El joven Meaulnes fascina a su compañero Seurel y le hace partícipe de
una extraña aventura y un amor desmedido, cuyas consecuencias envuelven a ambos
amigos en una serie de acontecimientos misteriosos e incluso fatales… Una
narración subyugante en el espacio mítico de la adolescencia, y unos
protagonistas inolvidables que han cautivado a sucesivas generaciones de
lectores y críticos… Un pequeño clásico de la literatura del siglo XX cuya
maravillosa prosa une ficción y realidad en una experiencia imborrable…
¿No sabes qué leer estos días? Pues anímate con este pequeño clásico de
la literatura francesa, única novela de su autor, Alain Fournier, muerto a los
28 años de edad en una de las escaramuzas iniciales de la Primera Guerra
Mundial.
Una obra deliciosa para disfrutar con calma de toda la magia que atesora;
para empaparse de ese aire romántico y melancólico que se desprende de cada una
sus páginas; para paladear una prosa que puede parecer un tanto anticuada hoy
en día pero que resulta precisa y hermosa en sus acertadas descripciones.
Reconozco que Agustin Meaulnes, un personaje a caballo entre la
adolescencia y la juventud a comienzos de la novela, no termina de caerme
especialmente simpático por mucho que relea la historia. Pero es su aventura en
el mundo de ensueño recreado en el dominio misterioso de las Sablonniéres la
que consiguió anclarme al relato. Es allí donde conoceremos a la gran obsesión
de su vida: Yvonne de Galais; y donde por primera vez oiremos hablar del
culpable, en gran medida, de la atmósfera de tristeza y melancolía que impregnarán
el relato hasta su trágico final: Frantz de Galais, hermano de Yvonne. Un
personaje fascinante y misterioso, lo suficientemente atractivo como para haber
podido convertirse por méritos propios en el verdadero protagonista de la
función.
¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo
otros “que estoy en el apogeo”.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y
atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir:
¡Estás muy joven, no lo lograrás!…
¡Estás muy viejo, ya no podrás!…
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
y otras… es un remanso de paz, como el atardecer en la playa..
¿Qué cuántos
años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas…
¡Valen
mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!
Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso!… ¿A quién le importa?
Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
y hacer lo que quiero y siento!
Qué importa cuántos años tengo.
o cuántos espero, si con los años que tengo,
¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!
Allí tomó asiento el pistolero, el rostro vuelto hacia la
menguante luz. Soñó sus sueños y vio salir las estrellas, no se alteró su
resolución, ni flaqueó su corazón; los cabellos, ya más finos y grises,
ondeaban en torno a la cabeza, y las pistolas de su padre, con culatas de
sándalo, reposaban suave y mortíferamente sobre sus caderas. Estaba solo, pero
en modo alguno juzgaba que la soledad fuera una cosa mala o innoble. La
oscuridad envolvió al mundo y el mundo cambió. El pistolero esperaba el momento
de invocar y soñaba sus largos sueños sobre la Torre Oscura, a la que un día llegaría,
a la hora del crepúsculo, y a la que se acercaría, blandiendo su olifante, para
librar una inimaginable batalla final.
Género: Novela Subgénero: Fantasía/ Terror/ Western
Autor: Stephen King
Título: La Torre Oscura 1: El Pistolero (The Dark Tower 1: The Gunslinger)
Año: 1982
Sinopsis:
Un
pistolero cruza el desierto, en pos del hombre de negro. Una sola norma guía su
camino: la supervivencia. Mucha sangre tendrá que verterse antes de que nuestro
héroe dé con la clave del misterio que envenena sus días y, sin embargo, la
atmósfera va cargándose de signos premonitorios que dan vida a las fantasmales
sombras reflejadas en la arena. La torre oscura le espera, y el hombre de negro
será el trágico acicate de una búsqueda marcada por el horror de la perdición y
la muerte.
No
hay duda de que Stephen King es todo un clásico de la literatura contemporánea.
Te pueden gustar más o menos sus historias pero ahí está él, vendiendo como
rosquillas todo aquello que publica. Me temo que hasta La Torre Oscura nunca había sido una de sus mayores fans. Había
visto más películas basadas en sus escritos que novelas había leído. Estas se
reducían a: El fugitivo (The Running Man), Cementerio de animales (Pet
Sematary), El cazador de sueños (Dreamcatcher) y algunos cuentos… Su
estilo no siempre conseguía engancharme. Unas veces sus historias me atrapaban
desde el principio, otras comenzaban de forma prometedora pero terminan
defraudándome, incluso alguna no pude ni terminarla (La cúpula “Under The Dome”,
que comencé a leer a raíz de una serie de televisión).
Con
semejantes antecedentes no es de extrañar que no prestara especial atención a
las muchas publicaciones del señor King. Pero por ahí andaba siempre rondando
una novela de la que escuchaba constantemente comentarios de lo más
contradictorios: amor y odio a partes iguales. Un día tomando un café con una
amiga (hace unos tres años de eso) y charlando sobre libros, salió a colación
el tema de La Torre Oscura. Ella puso cara de horror. Había comprado el libro
en sus tiempos de estudiante y no había conseguido terminarlo. Me lo prestó,
pues sabiendo que nuestros gustos literarios son muy diferentes era más que
probable que a mí llegara a interesarme.
Se trataba de una edición en tapa dura, con las hojas amarillentas por
el paso del tiempo, y unas ilustraciones a todo color que me llamaron muchísimo
la atención. ¿La Torre Oscura era un western? Intrigada me lo llevé a casa y
empecé a leerlo: El hombre de
negro huía a través del desierto, y el pistolero iba en pos de él.
No parecía un mal comienzo teniendo en cuenta que a mí
siempre me han gustado las películas del Oeste. El libro no era muy grueso y no
tardé nada en leerlo. Llegué al final y… ¿Me había gustado? Me encontraba tan
descolocada que no sabía qué pensar de él. No tenía muy claro ni el objetivo
del protagonista (que resultaba un tanto antipático), ni la época en la que vivía,
ni siquiera el mundo en el que se desarrollaban sus aventuras. Era todo tan
extraño como desconcertante. Como sabía que la historia continuaba en unos
cuantos libros más (y a mí me encantan las sagas) decidí darle otra oportunidad.
Comencé a leer la segunda parte: La
llegada de los tres. Y aquí todo cambió. Caí rendida a los pies del señor
King en aquella playa interminable en la que Roland debe sobrevivir a las langostruosidades salidas del
mar. Después, la aparición de Eddie a través de la primera de las puertas que
conectan mundos y realidades fue lo que me encadenó definitivamente a la Torre
Oscura durante unos cuantos meses. Me leí la saga de carrerilla. Pistoleros,
magia, vampiros, zombies, viajes en el tiempo y en el espacio, realidades paralelas,
el mago de Oz, locomotoras que hablan… ¿Qué más se puede pedir si eres amante
de la fantasía? Incluso el propio Stephen King es uno más de los personajes de
esta sorprendente aventura.
He de confesar que el final me resultó un poco
decepcionante pero tampoco puedo decir que no me gustara. En definitiva, una
saga que he disfrutado en gran medida gracias al desparpajo con el que el autor
mezcla y remezcla géneros y temáticas con total y absoluta libertad hasta crear
una obra personal y de lo más original.
¡Por cierto! Mi amiga terminó regalándome el libro que me
había prestado. Pasamos unas tardes de lo más entretenidas con la Torre Oscura.
Yo leía las aventuras de Roland y su ka-tet y luego se las iba contando según
paseábamos o tomábamos café. No pudo con la lectura, pero al final, el relato
aderezado con mis comentarios personales y ciertas dosis de suspende (nos
veíamos una vez a la semana) terminaron por introducirla en Mundo Medio como a
cualquiera de los muchos fans de esta apasionante historia.
La saga completa consta de los siguientes libros: El Pistolero (1982) La llegada de
los tres (1987) Las Tierras
Baldías (1991) Mago y Cristal (1997) Lobos de Calla (2003) Canción de
Susannah (2004) La Torre Oscura (2004) El viento por
la cerradura (2012) *Ubicada entre los volúmenes 4 y 5