Caronte aún se sorprendió más cuando las en
ocasiones embravecidas aguas del pantano se calmaron por completo al cargar
aquellas almas en su barca. El anciano barquero que todo lo había visto se
mostró algo perplejo y decidió seguir con su cometido en silencio sin atreverse
siquiera a preguntar a los difuntos, como hacía en otras ocasiones, nada sobre
su origen o sobre la causa de su muerte. Estaba intrigado, pero el porte y la
dignidad de aquellos espíritus transeúntes le conminaban a guardar un prudente
silencio. Así Caronte, sin saberlo, transportó las almas de Lucio Marcio
Septimio, Quinto Terebelio, Sexto Digicio, Mario Juvencio y Cayo Valerio, por
el pantano que separa a los vivos de los muertos. Su asombro era creciente,
pues estaba acostumbrado a transportar almas tensas, con miradas nerviosas que
intentaban escrutar su destino entre los vapores impenetrables de la ciénaga
infernal. Sin embargo, aquellos espíritus transmitían una extraña sensación de
paz. A medio camino, Caronte ya había forjado su opinión y no dejaba de mirar
con admiración y respeto a aquellas cinco almas que navegaban con un orgullo
inédito rumbo al infierno, con un porte y una templanza sólo propia de los
héroes.
domingo, 27 de enero de 2019
Momentos 18. "Las legiones malditas" de Santiago Posteguillo.
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