sábado, 27 de diciembre de 2025

Cuentos 26. “El grillo en el hogar” de Charles Dickens


Género:
 Novela Corta

Subgénero: Navideño

Año: 1845

Autor: Charles Dickens

Título: El grillo en el hogar (The Cricket on the Hearth)

 

Sinopsis:

El grillo en el hogar, publicada en 1845, es la tercera entrega de una serie de cuentos que Dickens escribió en sucesivas Navidades, tras el éxito de Canción de Navidad (1843) y El carillón o Las campanas (1844). En esta ocasión, con una estructura casi teatral, Dickens construye un cuento fantástico en el que un grillo se transmuta en sucesivas hadas. La historia se desarrolla en tres días y está dividida en tres gritos. El grillo, símbolo de la paz en los hogares humildes, es el eje del relato: en el primer grito, el grillo está feliz; en el segundo, guarda silencio; en el tercero, vuelve a cantar de nuevo. Dickens ha escrito un poema en prosa sobre la vida del hogar y el cariño conyugal, un esbozo de la vida de las personas sencillas.

 

Estas Navidades tenía pensado leerme "Cuento de Navidad", pero al final se me cruzó por el camino este otro cuento de Dickens que desconocía por completo.


"El grillo en el hogar", aunque su historia no se desarrolla en Navidad propiamente dicho, es perfecto para leer después de cenar junto a la lumbre, y en buena compañía. Un cuento típico de Charles Dickens, en el que personajes pobres, pero bondadosos y felices a su manera, se ven involucrados en los tejemanejes de un tipo rico y, por supuesto, malvado. Pura magia con final feliz y redentor. No podía ser de otra manera en un cuento de Navidad.
😊✨🎄

Felices Fiestas.
😘😘✨✨


Empezó el puchero. No necesito que me contéis lo que la señora Peerybingle dijera; yo me entiendo. Dejad que la señora Peerybingle se pase hasta la consumación de los siglos asegurando la imposibilidad de decidir cuál empezó: yo digo que fue el puchero. Tengo motivos para saberlo. El puchero empezó cinco minutos antes que el grillo, según el relojito holandés de cuadrante barnizado situado en el rincón.

 

¡Como si el reloj no hubiese cesado de tocar! ¡Como si el segadorcido de movimientos convulsivos y bruscos que lo remata, paseando la hoz de derecha a izquierda y luego de izquierda a derecha ante la fachada de su palacio morisco, no hubiese segado medio acre de césped imaginario antes que el grillo hubiese hecho notar su presencia!

 

A decir verdad, no fui nunca terco, como todo el mundo sabe. Por nada del mundo opondría mi opinión personal a la opinión de la señora Peerybingle, si no estuviese perfectamente seguro de lo ocurrido. «Nada me induciría a semejante cosa. Pero se trata de una cuestión de hecho, y el hecho es que el puchero empezó por lo menos cinco minutos antes que el grillo hubiese dado señal de vida. Si insistís, apostaré que transcurrieron diez minutos.

 

Dejarme contar el caso tal como ocurrió. Es lo que hubiera hecho desde la primera frase a no considerar

que si cuento una historia debo empezar por el principio, y ¿cómo queréis que empiece por el principio si no empiezo por la vasija? 

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