Subgénero: Realismo mágico
Autor: Gabriel García Márquez
Título: Cien años de soledad
Año:1967
Sinopsis:
Cien años de soledad es una novela ya legendaria en los anales de la literatura universal, una
de las aventuras literarias más fascinantes del siglo XX. Millones de
ejemplares leídos en todas las lenguas y el premio
Nobel de Literatura coronando una obra que se había abierto paso «boca a boca»
-como gusta decir el escritor- son la más palpable demostración de que la
aventura fabulosa de la familia Buendía-Iguarán, con sus milagros, fantasías,
obsesiones, tragedias, incestos, adulterios, rebeldías, descubrimientos y
condenas, representaba al mismo tiempo el mito y la historia, la tragedia y el
amor del mundo entero.
¿Cómo no amar un libro que comienza
de semejante manera?: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su
padre lo llevó a conocer el hielo.»
Una sola frase que nos atrapa al
instante y nos lanza hacia el misterio y la magia que saturan cada uno de los
rincones de ese lugar de leyenda que es Macondo. Una novela que descubrí con 16
años, ya que formaba parte de las lecturas obligatorias de la asignatura de
Literatura. Un curso, el de 1983/84, en el que aprendí a amar las grandes
historias de mano de un magnífico profesor, Vicente, capaz de hacerme disfrutar
de todos y cada uno de los tochos con
los que ese año nos tocó trabajar: El
Quijote, La regenta, Cien años de soledad…
Cien años
de soledad es un libro que recomiendo a todo el mundo. Su lenguaje poético y
evocador, de fácil lectura, es capaz de conducirnos de forma tranquila y
sosegada hacia ese mundo onírico (pero a la vez cercano) en el que trascurren
las vidas de los muchos personajes que pueblan esta compleja historia (he de
reconocer que en varias ocasiones tuve que consultar el cuadro genealógico de
la familia Buendía para no perderme). Leo, releo y con cada nueva visita a
Macondo y sus gentes la experiencia se enriquece. Al fin y al cabo creo que los
buenos libros son como el vino: mejoran con la edad.
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