PÁGINAS

domingo, 8 de julio de 2018

Poemas 4. "Annabel Lee" de Edgar Allan Poe


Edgar Allan Poe

Annabel Lee
(1849)
 

Fue hace muchos, muchos años,
     en un reino junto al mar,
habitó una señorita a quien puedes conocer
     por el nombre de Annabel Lee;
y esta señorita no vivía con otro pensamiento
     que amar y ser amada por mí.

Yo era un niño y ella era una niña
     en este reino junto al mar
pero nos amábamos con un amor que era más que amor
     —yo y mi Annabel Lee—
con un amor que los ángeles sublimes del Paraíso
     nos envidiaban a ella y a mí.

Y esa fue la razón que, hace muchos años,
     en este reino junto al mar,
un viento partió de una oscura nube aquella noche
     helando a mi Annabel Lee;
así que su noble parentela vino
     y me la arrebataron,
para silenciarla en una tumba
     en este reino junto al mar.

Lo ángeles, que no eran siquiera medio felices en el Paraíso,
     nos cogieron envidia a ella y a mí:—
¡Sí!, esa fue la razón (como todos los hombres saben)
     en este reino junto al mar)
que el viento salió de una nube, helando
     y matando mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
     de aquellos que eran mayores que nosotros—
     de muchos más sabios que nosotros—
y ni los ángeles in el Paraíso encima
     ni los demonios debajo del mar
separarán jamás mi alma del alma
     de la hermosa Annabel Lee:

Porque la luna no luce sin traerme sueños
     de la hermosa Annabel Lee;
ni brilla una estrella sin que vea los ojos brillantes
     de la hermosa Annabel Lee;
y así paso la noche acostado al lado
de mi querida, mi querida, mi vida, mi novia,
     en su sepulcro junto al mar—
     en su tumba a orillas del mar.
 
 
 
Annabel Lee
 
It was many and many a year ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of Annabel Lee;
And this maiden she lived with no other thought
Than to love and be loved by me.
 
I was a child and she was a child,
In this kingdom by the sea,
But we loved with a love that was more than love—
I and my Annabel Lee—
With a love that the winged seraphs of Heaven
Coveted her and me.
 
And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her highborn kinsmen came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.
 
The angels, not half so happy in Heaven,
Went envying her and me—
Yes!—that was the reason (as all men know,
In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud by night,
Chilling and killing my Annabel Lee.
 
But our love it was stronger by far than the love
Of those who were older than we—
Of many far wiser than we—
And neither the angels in Heaven above
Nor the demons down under the sea
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee;
 
For the moon never beams, without bringing me dreams
Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise, but I feel the bright eyes
Of the beautiful Annabel Lee;
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling—my darling—my life and my bride,
In her sepulchre there by the sea—
In her tomb by the sounding sea.
 


 



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