Pueblo perteneciente a la trilogía Aurrimar. La leyenda del Dios Errante de Yolanda Martín López.
Los Tulos
son uno de los muchos Clanes que viven en el desierto de Zahrs, ocupando la
parte sur de ese inmenso territorio situado más allá del inhóspito Mar de Dunas;
un interminable erial que los aísla del resto de habitantes de Aurrimar y los mantiene
al margen de los sucesos que agitan la vida del Continente.
El rico
oasis de Taleg podría considerarse su capital. Es allí donde se celebra cada
tres meses un importante mercado al que acuden las tribus de los alrededores en
busca de noticias, novedades y mercancías de todo tipo. Un lugar donde
relacionarse o buscar alianzas para las frecuentes luchas que los enfrentan
entre sí. Los recursos son escasos y las belicosas gentes de las arenas son
poco dadas a compartirlos con sus vecinos sin obtener a cambio algún tipo de
beneficio.
Organización:
Los
grandes Clanes del desierto de Zahrs están formados por multitud de pequeñas
tribus que habitan en los fértiles oasis que se diseminan por el desierto como
pequeñas joyas de verdor. Dichas comunidades son dirigidas por Jefes o
Patriarcas ungidos de poder cuasi absoluto sobre el destino de sus súbditos.
Sin embargo, muchas de sus decisiones suelen estar supervisadas (y en muchas
ocasiones condicionadas) por la innegable y ascendente influencia de los Chamanes,
encargados de mantener la pureza de las costumbres y las tradiciones de los Tulos
a los que dirigen espiritualmente.
Se trata de una cultura de régimen patriarcal con una consolidada estructuración social. En la cúspide de este organigrama se encuentran los guerreros, los mashalis, encargados de la defensa de sus territorios y de la protección de las caravanas, gracias a las cuales interactúan con otros pueblos y regiones. Los artesanos y mercaderes estarían justo por debajo. Y en la base de la pirámide se encontrarían los plamantshalis, hombres pastores y agricultores que constituirían el grupo más numeroso.
No se
trata sin embargo de una estructura completamente cerrada. Aunque la Jefatura
suele ser hereditaria, si no hay otros candidatos tras el fallecimiento del
líder, nada impide que cualquier mashali, con los apoyos necesarios, pueda
acceder al cargo. Son los jóvenes tulos, a la edad de catorce años, los
que deciden su destino en una prueba de iniciación denominada quimat. Ser
los primeros en dicha competición, sea cual sea la posición de sus progenitores
en la escala social, garantiza el derecho a acceder a la Gran Prueba y de ahí
al Mashalisato, que conlleva la obtención de una armadura de armadillo dorado, símbolo
de su prestigio.
Las mujeres poco tienen
que hacer en estas sociedades dominadas enteramente por los hombres. Su papel
se reduce a ser esposas y madres sumisas, siendo en muchas ocasiones
consideradas meras monedas de cambio de algún ventajoso…
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