Aquella noche no me contó mi compañero todo lo que le
había ocurrido por el camino. E incluso, cuando se decidió a confirmármelo
todo durante los días de angustia de los que hablaré más adelante, aquello
fue, durante mucho tiempo, el gran secreto de nuestra adolescencia. Pero hoy
que todo ha terminado, ahora que no queda más que polvo
de tanto mal,
de tanto bien
ahora puedo
contar su extraña aventura.
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